Meditaciones.
El jueves 29 de Enero fue un día difícil, mis hijos tenía que distanciarse a vivir en distintos lugares, la tristeza nos inundaba a todos profundamente, durante la mañana coordiné con mi hijo mayor pasar unas horas con mi hijo mas pequeño de nueve años, nos encontramos en el centro de Concepción, me acompañaron algunos trámites finales y almorzamos el menú de los niños de hoy, papas fritas, y completo, luego no sabíamos mucho que hacer, donde ir, compramos un helado, nos fuimos a la plaza que se convirtió en nuestro living y sala de estar, la sobremesa transcurrió entre los sonido de una banda militar que tocaba, música moderna.
Mi hija pasó la tarde con su hermano menor que acostumbra a decirle “mi segunda madre”, nos juntamos a eso de las 19.00Hrs, en los estacionamientos de la casa de una samaritana donde estaban, mis dos hijos que se venían conmigo se despidieron de su madre y mis hijos entre ellos, yo de mis dos hijos que se quedaban con su madre, me abrase del más pequeño, entre lágrimas y promesas que siempre nos tendríamos el uno del otro, diciéndonos que nos queríamos mucho, que a pesar de la distancia estaríamos unidos de alguna manera.
Tenía una mezcla de sentimientos, por un lado provocarles este dolor a mis niños, por otro lado convencido que era lo que había que hacer, a pesar de todo lo difícil que significa separarse. Nos fuimos a casa de mi hermana a pasar esa noche, con mis tres hijos mayores, para estar con mi segundo hijo un poco mas de tiempo, comimos un poco y se durmieron, al rato les hice cariño mientras dormían ore y los bendije, el viernes en la mañana a eso de las 09.00Hrs, viajamos a la quinta región, me despedí de mi segundo hijo, lo abrasé intensamente, mi hija también de su hermano y comenzó el viaje, todos en silencio atragantados por el dolor, sacamos la voz a la altura de Talca.
Me acuerdo de las despedidas de la Biblia, las despedidas de Chile, los exiliados, los militares muertos inútilmente, las despedidas mas normales de los hijos que crecen y se van, por amor por estudio, por trabajo, por enfermedad, por muerte, etc., somos tierras de despedidas, que sólo el amor verdadero lo puede vencer, en especial recordé a los separados de familia que aumentan velozmente en Chile, aun por sobre las oraciones y esfuerzos que se hacen.
Hoy con sacrificio y nuevos dolores estamos poniendo un ladrillo sobre otro de nuestro nuevo hogar, en la esperanza de tener “visa para un sueño”, como dice el Hno. Juan L. Guerra.
José Hernán.