Meditaciones.
...Dicen que Moisés el padre de la patria de los Judíos y ejemplo de los cristianos, no entró a la tierra prometida por haber golpeado la roca en vez de darle un suave toque, el Deuteronomio (quinto libro de la ley judía), dice que "no glorificó a Dios en medio del pueblo", ¿qué significa eso?, para los pentecostales clásicos será no haber dicho tres veces ¡aleluya!, para los evangélicos históricos no haber respetado el ritual, para los neo'pentecostales, no haber liberado el agua de la roca; en cualquier caso, en razonamiento meramente humano pareciera que Dios estaría hilando muy fino con Moisés, comparándolo con otros que se les perdonaron varias,la mano venía cargada con este extraordinario líder.
La presión del pueblo por agua, el cansancio, el mandato sorprendente de sacar agua de la roca, como si hoy saliera petróleo en el grifo de la esquina, Moisés agobiado por un calor abrasador, diríamos humanamente se le fue el bastón en un momento...pero ningún argumento puede cambiar el trato que Dios tiene con hombre.
Los que me quieren y conocen mi historia reciente dicen: ya lo restaurará el Señor, El ha invertido mucho en Ud, paciencia que tendrá nuevamente su corona, ¿por qué renuncio a todo?, tengo la impresión que en algunos niveles de responsabilidad en que nos pone Dios, no basta arrepentirse, pedir perdón, hay que renunciar, por la dignidad del cargo, por la fe pública de quienes le tocó en gracia conducir, por la trascendencia del oficio, no por orgullo, ni menos querer evadir responsabilidades, auto exiliarse es una pequeña forma de expiar el mal causado, la moral agraviada (bíblica y no tanto). Otros adelantan conclusiones, pero no hay que olvidar, que el trato primero es con Dios, ante El me saque mis sandalias cuando ardía la zarza frente a mis ojos, El me llevó al desierto para entrenarme, fue El, el que me hizo un pequeño libertador, y me enseño a repetir la canción de todos, "dejen ir a mi pueblo" de toda forma de esclavitud, con El me puse a caminar, me aventuré con El, me asombré, me caí, me levanté, reí y lloré, a El le clamé en silencio y abatido muchas veces y fue propicio a mi frágil humanidad, nunca faltó un oasis en la dura lucha de vivir, estoy cierto que el maná seguirá cayendo del cielo, el conoce mi historia íntima desde el vientre de mi madre, con el sentí el amor más profundo que aun no se disipa de mi alma...
La epopeya de Moisés la veo como una gran metáfora de la vida, tan grande que cabemos todos y tan pequeña que me habla en personal, acepto sus designios en silencio sagrado, me inclino ante su soberanía, nada le pido, no aplico ninguna lógica humana de derechos y deberes, me entrego a su justicia en santa reverencia, me abandono a Dios... lo mas probable es que mire de lejos la tierra prometida: de una Iglesia con los pies en la tierra y la mirada en el cielo...
José H. Mulato Henríquez.