sábado, 27 de diciembre de 2008

El ancho mundo en que vivimos...

Meditaciones.

Fábula o no esta historia se da por cierta, en una tribu al sur de África cuando uno de los integrantes comete un hecho deleznable con todos los ingredientes traumáticos, lo invitan a ubicarse en medio de toda la tribu, si se escapa a la selva los buscan incansablemente y lo traen nuevamente a la tribu, lo sientan en medio de un circulo donde están todos, ancianos, adultos jóvenes, mujeres, niños, nadie falta, todos se reúnen en torno del imputado, comienzan hablando los ancianos de la tribu, le recuerdan a sus antepasados, como eran sus abuelos y tatarabuelos, como ayudaron en la sobre vivencia de los demás en los tiempos difíciles, le dicen como eran sus familiares y como lucharon para que la tribu siga siendo lo que es, le hablan para que no olvide de donde viene.

Luego hablan los adultos, rodean al padre no para avergonzarlo sino para decirle que la culpa no lo consuma, que el no tiene toda la responsabilidad, que aunque el es el padre directo, la tribu también lo es en cierta manera, que lo bueno que puede hacer su hijo como lo malo, es un poco responsabilidad de todos, porque viven juntos, le recuerdan que lo vieron crecer, lo importante que es para todos, le dicen que son tan frágiles que necesitan de todos para sobrevivir, que uno sólo que falte, constituye una inmensa pérdida, lo siguen rodeando no para impedir a la fuerza su huida, sino porque cada persona que forma el círculo es una testimonio viviente de cuanto lo aman, de lo importante que es para todos a pesar del dolor que todos están viviendo por sus hechos.

Luego hablan los de su edad, le dicen a pesar de su dolor que sigue siendo parte de ellos, que se comprometen a no dejarlo fuera cuando tengan que ir a cazar, que sigue siendo invitado de honor en la comida, que puede seguir contando con todos ellos, no le dan discursos ni lo arengan por lo sucediddo, ni ensayan una explicación, simplemente están con él, a veces en silencio, en la mirada, en las palabras; luego hablan las mujeres, le dicen a su madre que la invitaran a comer su comida preferida, le hacen el vestido que siempre soñó, que la esperan el rivera del rió para estar un rato juntas, se ponen de acuerdo en secreto, cada uno le llevará algo hecho por sus manos para el adorno de su casa.

Luego los niños le cantan las canciones de la historia de la tribu y le ruegan que no se vaya, le estiran sus manos y le dicen que no se vaya, que en la selva sólo le espera la muerte, la tribu sabe que el afecto es solo un adorno en los tiempos buenos, que el amor es la prueba mas importante cuando alguien toma decisiones que los ofenden o le hacen doler…

José Hernán...