miércoles, 1 de octubre de 2008

El hogar de Cristo evangélico.

Hoy domingo divisé a un grupo ciclístico uniformado pedaleando por la esperanza, la mayoría eran jóvenes, cuando voy por carretera les animo con un cariñoso bocinazo, y me devuelven el gesto con un saludo, de seguro que eran pentecostales, ¿cuánta obra social hacen los evangélicos?, no hay estudio empírico conocido, ¿cuán efectivo serán? en torcerle la mano a los círculos viciosos, tengo la impresión más que fundada, que saldría un potente “Hogar de Cristo”, a la evangélica.

La consigna es la misma que el profeta “El Señor es el que saca al pobre de la miseria.”, en todas sus expresiones, más que una transferencia material, es la experiencia con Dios que dispone a la persona, la entusiasma, la energiza, la resetea diría un computin, se afirma que no hay evangélicos en la pobreza, porque el poder que le viene de Dios lo faculta para hacerse cargo de su vida con una nueva visión, inspirada en Jesús, la fe, la esperanza y el amor, toman vida en un individuo, literalmente, lo transforma, creen que en el corazón es donde se maquinan las acciones, un avaro, un egoísta, un injusto, mentiroso, un tramposo, lo es primero en el alma, los evangélicos parten por ahí, dicen que las carencias del mundo son el reflejo de las carencias del alma.

Los evangélicos creen que la pobreza es desconexión, aislamiento, soledad tras las líneas enemigas, por eso que su respuestas a la necesidad humana es una comunidad viva y en vivo, donde ocurren las cosas, no es casualidad que en los lugares llamados duros hay una comunidad evangélica, se construye esperanza, viven con ellos, no es una incursión planificada al foco de la necesidad un día de sol, es conectarlos a la vida de la comunidad, vincularlos a su historia, donde no hay familia, la familia de la fe, donde no hay padres, los líderes hacen de padres…

Los evangélicos creen en el efecto humano constructivo, una onda de vida que irradia en el lugar donde vive, “así alumbre vuestra delante de los hombres, para que vean sus buenas obras”, por eso son tan estrictos en la disciplina de un descaminado, la idea, no es que uno se porte bien y lo beatifiquen, sino que todos se porten bien; es un pueblo santo (no santurrón), santo, dedicado, consagrado a… la idea es construir monumentos de acciones, monolitos de bien, santuarios de vida y paz, creen que un hombre de bien causa un efecto infinito de ondas buenas, dicen que una acción hecha con amor perdura para siempre, creen en una cultura solidaria desde abajo con gestos de bien, y evitan una súper estructura que venga de arriba, dedicada al “bien”.

Presentes en la mayoría de las necesidades humanas, construyen y mejoran viviendas, apoyan y dignifican en el cuidado a los enfermos, visitan en los hospitales con tanto entusiasmo que llegan a molestar, reorientan al presidiario, un caso emblemático es Cecarcom, en Concepción, un ministerio que rehabilita internos, los acompaña cuando salen y los conecta con el mundo laboral, salen por las tardes y noches, a regalar cariño a los indigentes y abandonados, rehabilitan a drogadictos, cuantas ideas de país vienen del mundo evangélico, ideas de bien, cuanto ahorro le significa al gobierno buenas acciones, la preocupación real por la familia, la rehabilitación a pulso de personas en conductas autodestructivas.

No confundirse, los evangélicos [hasta ahora], no se han interesado es formar una imagen corporativa de la caridad, levantar un figura emblemática, como ocurre en el mundo, sirven de manera espontánea, con lo que tienen, Iglesia sus hogares, sus vidas, contactos; sospechan que sería muy caro mantener una imagen, un aparato administrativo, una estructura logística, aunque sea con fines benéficos, pero existe el Hogar de Cristo, la mejor prueba, tome una Iglesia evangélica al azar y viva con ella un mes y se dará cuenta que hay mucho más que un Hogar de Cristo.

Gloria al Pulento